En mi primer encuentro con el mundo de las redes sociales, su público diverso, y sus propias reglas, me di cuenta de que había mil oportunidades. No recuerdo bien cuando fue, pero me llamó especialmente la atención, la libertad para crear contenido para adultos sin prejuicios ni tabúes. Es algo con lo que siempre luche en la cotidianidad, ya sea en actitudes que no me dejaban ser como quería por un simple mandato social, o ciertas normas con las que no estaba de acuerdo, porque básicamente me parecen una estupidez. Si tengo que hacer un top de los mandamientos arcaicos, éticos y morales que más me rompen las tetas… pondría en el podio a: